El mundo en mis manos

Nuestra filosofía de vida, a través de este hermoso texto

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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martes, 3 de noviembre de 2009

Dolor de oídos

Se dice que cuando una persona es mala es peor que un dolor de muelas. Y yo suelo añadir, y como un dolor de oídos. No sé cuál es peor de los dos, ya que he padecido ambos. 
El de muelas, hace ya mucho tiempo que dejaron de doler a lo bestia. Del de oídos, la última vez que yo recordaba era en octavo de EGB. 

Decidió recordarme lo que era un buen dolor en Colombia. El dolor de oídos, tiene ventajas dolorosoas respecto al de muelas: va a saltos. Una se acostumbra a un dolor grado 8 y de súbito, sube a 10. El quejido es inevitable.

Otra ventaja es que te deja atontolinada y sorda. Y otra, que sientes musiquita en los oídos, como si los bichos estuvieran de excursión por los diferentes recovecos del oído. Yo no sabía el porqué del retorno del dolor. 

Pero después de el dolor en Colombia que me dejó sorda, pedí cita al otorrino. Y me dijo que tenía los conductos auditivos muy estrechos, y que a nada, se embozaban y daban caña. (traducido de términos médicos) 

  Ayer fue muy entretenido. Como en Valencia nos toca lo que no quiere el resto de España, anduvimos con viento. Y el viento produce dolor de cabeza. Y allá que estuve yo con el dolor de cabeza cojonero todo el día, hasta que lo sustituyó el de oídos, para que no me aburriera. 

  Pensé que era cera acumulada y me metí un chorro de Audio spray. Fue peor el remedio que la enfermedad. Comenzó la batalla, con doble sesión de analgésicos.

Así me fui a la coral, con mi falda verde, con el libro de Rafa, con el CD de The Priests, y con unos pasteles para celebrar mi cumple. No podía ni cantar, porque el sonido me partía.

LLegué a casa a las doce y media y mi marido me dijo que si se iba a la farmacia de guardia. Yo, que no quiero molestar, le dije que no. A la una y pico de la mañana, estaba yo a reventar. Mi marido se levantó y se fue a la farmacia. En los cinco pueblos, ninguna de guardia. El pobre se fue al Puerto. Y trajo......OTOGEN. No me lo podía ni creer. Mi Otogen de años de dolor de oídos, que siempre me iba tan bien. No pensaba que

siguiera fabricándose.

A las dos y media de la mañana, se fue el dolor ¡qué alivio!. He dormido cual bendita hasta las siete y media. Aunque estoy medio dormida, he mirado la composición del milagro este que ha durado tanto: aceite de clavos. 

En medicina natural se usa para el dolor de muelas y para el oído. El remedio de la abuela, que siempre da resultado. Hoy, Inés, me he puesto tu falda. Pero mi cara de acelga podrida, mejor no te la enseño. Que dormir poquitas horas y haber padecido trae malas consecuencias. El dolor me hace reflexionar de lo débiles que somos. Un mísero cambio en el oído y nos deja incapacitados para hacer nada, nos hace títeres. Yo no había entendido hasta ayer, que el dolor purifica. Pues sí, porque no puedes hacer nada, estás en manos del de Arriba, y te unes a la inmensa multitud de gente que padece. No hay mal que por bien no venga, ché. Y el que no se consuela es porque no quiere (o no puede, claro). Es curioso que ande tan lúcida de tan buena mañana. A ver si dura y puedo pasar, por fín, los apuntes de Liturgia Que paséis un buen día