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Nuestra filosofía de vida, a través de este hermoso texto

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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lunes, 15 de marzo de 2010

Palabras inútiles

Esta entada es un correo que me manda Catholic net sobre temas

variados. Este en particular, me ha llamado la atención y tiene por título: Ayuno de palabras inútiles. Me ha parecido muy útil tanto para católicos como para cualquier persona al margen de sus creencias.
 

  Las frases textuales las pondré en cursiva, entrecomilladas y de color rojo, para diferenciarlas de mis comentarios personales 

  " quizás muchos no nos planteamos con seriedad qué palabras saltan el cerco de nuestros dientes -parafraseando al poeta Homero. Nuestro modo de pensar, a veces tan poco orientado, no deja espacio a una serena reflexión sobre las expresiones que utilizamos. Decimos lo primero que nos llega a la boca y después, vistas las consecuencias, nos viene el remordimiento de no haber dicho lo que deberíamos o de haber dicho lo que no deberíamos decir. Queremos entonces dar marcha atrás y pretendemos en vano arrancar al viento nuestras palabras. "


Hace bien poco me pasó a mí exactamente lo mismo. 

"¿Hay de verdad “palabras inútiles”? El hombre de pensamiento y juicio superficial diría que no, pero incluso los niños, en cuanto estrenan su uso de razón, se dan cuenta de que ciertas palabras y expresiones “no las deben decir”. Tal vez, con la mano sobre el pecho, cada quien debería reconocer la ristra de “palabras inútiles” que ha pronunciado y que giran el mundo hiriendo a todo pobre mortal que cruza por su camino." 

  Y con la mala leche que me canta, si me mordiera la lengua me moriría, sospecho 

  "Es en verdad una grande penitencia acallar la propia vanidad y no pronunciar palabras que son incienso orgulloso del propio ego. Duele también contener la respuesta acalorada ante una humillación o un insulto. Cuesta sujetar las críticas que saltan de la lengua como de un trampolín cuando uno es contrariado y la soberbia se yergue en desafío. Ya decía el apóstol Santiago que quien domina su lengua es “un varón perfecto”. Da pena ver cómo hay personas que se juzgan enraizadas en el círculo de sus amistades cuando su lengua se embarra con palabras soeces o expresiones de doble sentido. 

¿Piensan que siendo malhablados serán mejor escuchados? Tal vez se sientan más seguras de sí mismas por sus palabras gruesas, pero uno queda sumamente incómodo al escucharlas. El condimento insustancial de las “palabras inútiles” no hacen más que desvelar una inmadurez humana y pobreza de espíritu." 

  Ufff, para una persona tan malhablada como yo, han dado en el santo blanco. 

  "Hablar lo justo, hablar bien, hablar educadamente es una conquista de hombres recios con ideal y hondo aprecio por la dignidad propia y ajena. Esta penitencia invita además a cerrar oídos para que la lengua no aprenda lo que no debe decir." 

  Y cuesta mucho más que dejar de fumar, (yo no fumo pero lo sé) u otras adicciones varias

" Hoy en día la televisión y el cine se han convertido en los maestros del léxico. Viene siendo algo habitual que los niños y jóvenes sean entretenidos por personajes que apuestan su simpatía en la vulgaridad. Y cuando se anuncia que el programa es “para mayores de 18 años” es casi infalible que habrá, además de escenas inconvenientes para todo hombre que se precie de tener un mínimo de rectitud y honestidad moral, una retahíla de expresiones indecentes, irrespetuosas e incluso obscenas. Es muy aconsejable (...) el ayuno de todas estas palabras. El alma se ahorra una mala digestión."

Últimamente la tele está haciendo un campeonato a ver quien es más basto, soez y quien dice la burrada mayor. 

  "Por otra parte, qué duda cabe que toda palabra respetuosa, ponderada y educada es una oración. Esta lengua nuestra no debe queda atada cuando hay mucho que decir y testimoniar sobre el amor de Dios y la vocación eterna del hombre. “De la riqueza del corazón habla la boca”, dijo Jesucristo. ¿Y quién no lleva en su propio corazón alguna riqueza?

Todos tenemos alguna cosa buena dentro, a veces tan dentro que nos cuesta sacarla 

" Hemos de hablar mucho, sin cansarnos, de todo el bien que se ve, que se sabe, que se oye y que se toca. Estamos rodeados de personas maravillosas y vivimos en un mundo incomparablemente bello. Todo es una poesía del amor de Dios. ¿Cómo se va a quedar muda la lengua? (...) El amor coloca en la lengua la palabra feliz, justa, amistosa y rica. Una palabra o una expresión “inútil” sería aquella que procede sin amor del corazón, pues todo lo que no tiene amor es de verdad “inútil”. La oración del hombre que habla bien de y a los demás tiene su origen en el diálogo de la propia alma con Dios. 

Quien vive con el corazón en el cielo camina con respeto sagrado sobre la tierra. La lengua que ora aprende a alabar, bendecir, perdonar, disculpar y a ofrecer a los demás la palabra digna. Si cada cristiano y hombre de buena voluntad se empeña en purificar su vocabulario de acuerdo a su ideal de vida eterna, se dará cuenta de un resultado estupendo: no hay suficiente vocabulario para hacer el bien y es insuficiente el diccionario para expresar la alegría del alma. 

Por el contrario, bien se sabe, basta una sola “palabra inútil” para manchar una relación consigo mismo y con los demás. 

  Ciertamente, y sobre todo en los pueblos pequeños, pelar al prójimo es el deporte por excelencia. Y sin querer caemos en él Yo diría que junto con el mirar como trabaja el prójimo, el ponerle verde es el segundo deporte nacional. (...)

". El diccionario de la Real Academia Española define la maledicencia como “el hábito de maldecir o denigrar”. (...) La persona maldiciente se coloca fuera del espíritu de caridad (...). Hay una brutal ruptura entre el ejemplo de Cristo y su doctrina de amor sin límites al prójimo, frente a la maledicencia que denigra la fama y el buen nombre de los demás. Por lo general, el maldiciente o dado a la crítica ataca como los traidores, siempre por la espalda, cuando su pobre víctima no se encuentra presente. La Cuaresma debe purificar este cáncer de la lengua y del corazón."

Normalmente, se sonríe a las personas, pero por la espalda....¡.uy si se tuviera ojos en la espalda! 

  " Que las palabras no sean malas, sino buenas hasta que se pueda instaurar una sólida “benedicencia” que actúe como una estructura de nuestras amistades. Da pena escribir “benedicencia” entre comillas, pues el vocablo no está en el diccionario. La razón -según se expresaron los peritos- es porque se trata de una palabra que no usa la gente y como “el pueblo crea el vocabulario”.... Uno se sonroja leyendo en el diccionario la definición de las palabras usadas en los insultos y viendo que no existe el vocablo “benedicencia”. El pueblo, por lo visto, no habla bien". Autor: Álvaro Correa | Fuente: Catholic.net

Pues desde aquí, propongo que se ponga en el DRAE la palabra benedicencia