El mundo en mis manos

Nuestra filosofía de vida, a través de este hermoso texto

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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Cumple de nuestro amor colombianito

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Nuestro tesoro llanerito está con nosotros

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Nuestro aniversario de boda: El más feliz lo hemos celebrado con Rafa en Bogotá

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martes, 18 de mayo de 2010

Hoy hace dos años que viajamos a por Rafa

Y parece que fue ayer.¡Qué rápido se pasa el tiempo! 
Ayer Rafa se tumbó sobre mí para dormir, y vi lo grande que se ha hecho. 
Hoy a estas horas, estábamos de viaje y nos iba a cambiar la vida por completo. No imaginábamos lo que nos esperaba. Estábamos expectantes. 
Realmente, yo sentí que era de verdad cuando cogimos el

vuelo a Bogotá. Pero fue tan largo, tedioso el viaje....que se nos pasó. 
Y pagamos la novatada. Porque teníamos a media tarde más hambre que el perro de un señorito. Y veíamos a la gente que se iba a la cola del avión. Cuando no pudimos más, envié a mi esposo mantecoso a ver si había algo para comer. Y volvió con la sorpresa de que la gente iba a por los sandwiches que había, precisamente, en la cola del avión. A esas alturas sólo quedaba picoteo dulce. Yo odio el dulce, así que ajo y agua, y a pasar hambre. 
Cuando vimos el verde de Venezuela ya, empezaron los nervios. Ya estábamos llegando. 
La incidencia de la llegada fue la pérdida de la maleta y la silla de Rafa. Nos aguó bastante la fiesta, qué le vamos a hacer. 
Yo salí antes, para encontrarme con la abogada y Jasón Paul, un amigo de Juan, que nos había traído regalos de bienvenida. Juan salió más tarde, y comentó que los policías (se deben de aburrir mucho) habían hecho apuestas sobre cuánto dinero llevaba. Me sorprendió verlo tan verde y con una temperatura estupendísima. Me recordaba mi tierra, Euskadi.
Era tarde, llegamos al hotel, y vimos a unas cuantas parejas que ya tenían sus nanos. Fue entretenido. Esperamos a nuestros compañeros, que llegaron mucho más tarde, junto con la abogada, que nos dio todos los papeles de nuestros hijos respectivos. Era ya muy tarde. Aún estábamos sin nuestro hijo. 
Faltaban horas para ser ya una familia