El mundo en mis manos

Nuestra filosofía de vida, a través de este hermoso texto

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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miércoles, 9 de junio de 2010

Mantel reciclado

El viernes tenemos amigos para cenar, y al lavar el mantel, tuvimos la desagradable sorpresa de unos antiestéticos lamparones de lejía.

¡Vaya por Dios!

Cogí aguja e hilo y mandé a mi marido a por pintura para tela azul y verde.







Como la mancha principal tenía forma de pez, el tema del mantel tenía que ser marino.











El color rosa y dorado es pintura de uñas.

















Está hecho en plan rústico a posta.











Como quedaba muy soso una vez pintados los motivos principales, se me ha ocurrido pintarle el mar








Y al final, la fecha.

Ha quedado mejor que cuando estaba sólamente azul, y a mi marido le ha gustado mucho.

Ha merecido la pena los dos días pegada a la aguja.


Os dejo que averigüéis dónde estaban los manchones de lejía

La maldición de Eva, parte II

Hace años escribí aquí una entrada sobre la maldición de Eva.

 Tal nombre viene a cuento por un chiste que me contaron en que Dios, al expulsar a Adán y Eva del Paraíso, condenó a Adán a ganarse el pan con el sudor de su frente y a Eva a pagarlo con sangre.....en cómodos plazos. El pago por habernos comido el fruto ese (sea manzanita o higo chumbo) también se hace en etapas.


 Concretamente en 3 etapas. Y yo estoy en la segunda, antesala de liquidación de deuda. ¡Qué bonito es ser mujer madura! Vamos, todo azul y rosa. Si hasta mearse encima tiene su parte ideal de la muerte, porque te ponen unos dodotis divinísimos y ¡ala!, a corretear por la playa. 

Me voy del tema principal, ya se sabe, cosas de la edad. Poniéndo una metáfora fácilmente comprensible, nuestro sistema menstrual es como un motor que impulsa agua a una cañería. Con el tiempo, el motor pierde fuerza y va dejando que el agua se acumule, antes de impulsarla.. Y claro, cuando la impulsa, se montan unos zapatiestos del carajo. Y como la cañería, con el tiempo, está oxidada y tiene cuerpos extraños, cuando ocurren estas inundaciones el campo acaba pareciendo un campo de batalla. 

  Volviendo a la cruda realidad, una, antes, sabía cuando le venía la regla. Todos los meses más o menos en los mismos días, me entraba la depre. Y yo andaba llorando por las esquinas. Asi mismo, mi barriga empezaba a parecer un balón de fútbol y yo pensaba que me estaba poniendo como una foca. Mi marido, que ya se lo sabia muy bien, me aguantaba con la estoicidad de la gente que sabe de medicina oriental. Y si ya me veía muy muy malamente, me daba unas flores de Bach y ya tá (ya ta jodio, pero tá) Pero con la premenopausia, que es de lo que estoy hablando , ocurre que la regla te viene cuando le sale de sus hormonas, preferiblemente cuando más puede dar por saco. Y, claro, como yo vivo la mar de feliz sin echarla de menos, se venga.

Las reglas en la premenopausia son de órdago. Vienen con el kit completo de molestia. No sólo duelen un huevo y parte del otro (ovarios son huevos, internos, pero huevos) sino que parece que me hubiera pasado un camión por encima. Duran mucho más, porque la cosa está atascada, y los calores y demás zarandajas son como las pilas Duracell: duran y duran. La premenopausia tiene los inconvenientes de la menopausia: estoy hinchada como un globito, tengo los dedos como butifarras y los tobillos de elefante reumático. Y
 como no tengo pasta para un terapeuta que me haga un masaje linfático, pues me toca el ajo y agua. Aunque estoy en proceso de aceptarme cuando me miro al espejo, aún me pego sustos cuando veo lo foca que me estoy poniendo. Que una siempre ha sido delgadita, ché, y estos cambios no me gustan nada. Una cosa es que la estética no sea lo más importante en mi vida, y otra que no me guste estar más o menos mona.

Pero mientras no tengo la regla, me consuelo sabiendo que puedo pasar el día feliz y que con mi marido tengo muchas más opciones de felicidad. Dicen los paneles que hay en hospitales y ambulatorios, que en la madurez se disfruta de la vida sexual. Si lo dicen ellos, será que es verdad, que no me voy a poner a llevar la contraria a sesudos científicos. Pero ocurre, que me viene la regla y entonces ya no me aguanto en mi mismo cuerpo.

 Porque encima de jodida, apaleada. ¡No hay derecho! Y sí, como menos. Y sí, me tomo infusiones para eliminar líquido. Y sí, procuro subir las escaleras a patita. Pero esto, me da que es como mi colesterol. Haga lo que haga, se la repampinfla. Tengo yo un organismo muy autónomo, que actúa al margen de lo que yo quiera o pida. En fin. 

Un día lluvioso, de esos que me gustan a mí. Oír la lluvia repiquetear en los árboles, o en el alféizar (qué bonita palabra) de mi ventana, relaja. Y así, provista de Ausonia extracontraplana y los antalgines a la vista, voy a pasar este bonito y primaveral miércoles. Que os vaya bonito