Hoy, sin darme cuenta, ha llegado nuestro día. Y lo he celebrado pasando una nochecita toledana. He ido al baño mil veces, y a eso de las seis de la mañana, se me ha subido la bola (contractura traicionera con nocturnidad y alevosía del gemelo). Como el cerebro piensa: si me duermo, otra vez hay sorpresa, pues he estado en duermevela hasta las ocho menos cuarto, amenizada por los lloros de un vecinito.
No os he dicho, que esto de mens sana y corpore jodido, es mi lema. El otro día
, cuando volvimos de nuestro paseo dominical en bici, notaba yo unas molestias en la pierna, a la altura de la rodilla, en la bisagra, vamos.
Las molestias fueron in crescendo, y por la noche, estaba yo en plan astrónoma cum laude, viendo todas las estrellas y constelaciones habidas y por haber. Voltarén al canto y radiosalyl (o como se escriba). Un masaje no muy profundo, para evitar que con la pata que me quedaba sana le arreara yo a mi señor marido en alguna parte muy dolorosa masculina.
Para hoy ya estoy casi bien, y para que se note que hay que sufrir, que estamos en Cuaresma, tengo el gemelo tocado.
Y claro, como mi pierna izquierda anda fané y descangallá, lo he solucionado casi matándome en labores de bricolaje. Hoy por fin mi marido se ha decidido a poner la pantalla de la luz de la cocina. Y cuando he ido a subir a una banqueta para ayudarle, no sé qué ha pasado, pero en el impulso, la banqueta ha resbalado y me he caído hacia atrás. Mi marido, para evitar que me desnucara, me ha tratado de proteger.
Parte de daños: la rabadilla hecha puré. La cabeza mía sin daños, pero la de mi marido, lleva a la altura de la frente un bonito chichón.
El dedo gordo del pie, no sé, pero igual se me ha caído la banqueta encima, porque está pelín amoratado. El dedo índice de la mano de mi marido, hinchado, porque fue con la mano con la que protegió mi nuca.
Tengo los antebrazos tocados, imagino que porque mi marido me intentó sujetar.
Vamos, que he empezado el día de la mujer, bien y arregladito, oye.
Obviamente, mi marido tampoco ha salido bien parado, ¡pobrecito!. Me ha salvado la vida, y por eso, me ha dado una crisis de risa, incomprensible. Ahora, cuando escribo, se me ha pasado ya el tembleque del susto que me he dado.
Bueno, y como aún estoy viva, a Dios gracias, pues Feliz día a todas las mujeres. Que cada una ponga en su lista, las reivindicaciones que considere justas para hacer de este mundo, un lugar mejor
No os he dicho, que esto de mens sana y corpore jodido, es mi lema. El otro día
, cuando volvimos de nuestro paseo dominical en bici, notaba yo unas molestias en la pierna, a la altura de la rodilla, en la bisagra, vamos.
Las molestias fueron in crescendo, y por la noche, estaba yo en plan astrónoma cum laude, viendo todas las estrellas y constelaciones habidas y por haber. Voltarén al canto y radiosalyl (o como se escriba). Un masaje no muy profundo, para evitar que con la pata que me quedaba sana le arreara yo a mi señor marido en alguna parte muy dolorosa masculina.
Para hoy ya estoy casi bien, y para que se note que hay que sufrir, que estamos en Cuaresma, tengo el gemelo tocado.
Y claro, como mi pierna izquierda anda fané y descangallá, lo he solucionado casi matándome en labores de bricolaje. Hoy por fin mi marido se ha decidido a poner la pantalla de la luz de la cocina. Y cuando he ido a subir a una banqueta para ayudarle, no sé qué ha pasado, pero en el impulso, la banqueta ha resbalado y me he caído hacia atrás. Mi marido, para evitar que me desnucara, me ha tratado de proteger.
Parte de daños: la rabadilla hecha puré. La cabeza mía sin daños, pero la de mi marido, lleva a la altura de la frente un bonito chichón.
El dedo gordo del pie, no sé, pero igual se me ha caído la banqueta encima, porque está pelín amoratado. El dedo índice de la mano de mi marido, hinchado, porque fue con la mano con la que protegió mi nuca.
Tengo los antebrazos tocados, imagino que porque mi marido me intentó sujetar.
Vamos, que he empezado el día de la mujer, bien y arregladito, oye.
Obviamente, mi marido tampoco ha salido bien parado, ¡pobrecito!. Me ha salvado la vida, y por eso, me ha dado una crisis de risa, incomprensible. Ahora, cuando escribo, se me ha pasado ya el tembleque del susto que me he dado.
Bueno, y como aún estoy viva, a Dios gracias, pues Feliz día a todas las mujeres. Que cada una ponga en su lista, las reivindicaciones que considere justas para hacer de este mundo, un lugar mejor