El mundo en mis manos

Nuestra filosofía de vida, a través de este hermoso texto

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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lunes, 14 de abril de 2014

Me gusta lo sano....y como carne

Hace tiempo que no ponía mis reflexiones, y no es porque no las tengo, sino por vagancia o cansancio.

Pero, el otro día, viendo Master chef, me llamó poderosísimamente la atención una chica vegana. Nada del otro jueves, pero claro, cuando le hicieron probar un atún casi crudo (tartar de atún se llama) puso una cara de libro. Y luego rezó por el

bicho y le pidió perdón.

Bueno, esto de pedir perdón a los bichos por comérnoslos está la mar de bien. Que los bichos no tienen la culpa de que nosotros seamos omnívoros desde que bajamos de los árboles hasta hoy.

Yo la pega que le encuentro, entre otras muchas, claro, es que no pidiera perdón a sus verduritas por haberlas hecho pizza. Porque, yo, que soy muy muy natural, respeto las plantas muchísimo. Y les considero seres vivos de primer orden. Claro que no mugen ni balan. Como son más antiguas que los animales, tienen sus propios sistemas de comunicación.
Es como si viniera un extraterrestre y no le consideráramos ser vivo porque no le entendiéramos.
Las plantas, son seres vivos: nacen, crecen y mueren. Se comunican, atienden a estímulos tales como la música, son capaces de comunicarse entre ellas (y nosotros no nos enterarnos, vamos a ver)

Siguiendo con la vida natural, ayer vi Planeta Calleja. Este chico me encanta, porque es natural como la vida misma. Llevaba a Coronado y a su hijo Nicolás por los Himalayas varios. Claro, el chico, muy trascendente  (vino hasta con una flauta ) quería encontrase consigo mismo. Allí por esos andurriales, uno se asombra de que hubiera un monasterio. Y Nicolás pasmado, diciendo otra vez eso de encontrarse a sí mismo.

Muy bonito todo

Yo le encuentro varias pegas:

Me revienta el budismo de todo a cien. Vamos a ver, que yo sepa, los budistas son vegetarianos. Y Nicolasín, se zampó jamón serrano que llevó su menos budista padre.
Aparte, que la gente por esas montañas, lleva mugre que abriga mucho, y a Nicolás le ví muy guapo.
Aparte, la rutina diaria de un monje (sea tibetano o benedictino) es eso: rutina.



Vamos a ver, no creo que todos los budistas quieran entrar en un monasterio, como tampoco todos los cristianos queremos entrar en uno. Que montañas, en todo el mundo hay para aburrirse. Y en España, las tenemos de todas las alturas y accesibilidades. Si te quieres encontrar a tí mismo, oye, tienes hasta para encontrarte varias veces y perderte otras tantas. No hace falta irse al quinto pino.

Y si mola mucho esto de los monasterios, tenemos en España de todas clases y colores, Incluso hay órdenes vegetarianas. Y están también muchos monasterios en el quinto pino. La soledad, el encuentro con uno mismo, la reflexión , es ideal. Para mí, como pienso que para la mayoría de la gente, no es tan ideal, vamos a ver.  Yo, católica de calle, aguantaría una semana, antes de sucumbir al aburrimiento y al tedio.

Y es que parece que todo lo oriental mola mucho más que lo occidental, Cuando oigo en la tele que los taoístas quieren el orden en el universo, con la naturaleza y demás, no me dicen nada nuevo. Los cristianos también pensamos lo mismo. Y tenemos a unos cuantos santos la mar de naturales, Por ejemplo, San Francisco de Asís, que llamaba hermano sol y hermana luna y hermano todo quisque y planta.

Lo de ser vegano, parece también fruto del aburrimiento, No creo que los negritos del Africa, sean veganos. Y sin ir tan lejos, en el programa Supervivientes, se comen hasta las piedras. Ya decía mi abuela; A buen hambre, no hay pan duro. Es lo que tiene tener tiempo para pensar: que a veces uno piensa chorradas.

Y aparte, no creo que sean veganos porque no les guste la carne. Porque hacen sucedáneo de queso, sucedáneo de hamburguesa, sucedáneo de filete, sucedáneo de pescado. Y te dicen: ¡sabe a hamburguesa!, ¡sabe a pescado!, ¡sabe a filete!.

Pues yo, sinceramente, quiero que la carne sepa a carne, la verdura a verdura, el pescado a pescado y el queso, a queso.

Claro -me dicen- a tí te gusta torturar animales para comértelos. Pues no, pero resulta que yo también soy un animal depredador, como mis primos lejanos los chimpancés, y no porque hayan pasado por mi genealogía capas y más capas de cultura voy a dejar de ser lo que soy. Depredadora. ¡Qué le vamos a hacer! Antes, nuestros ancestros, mataban para comer. Ahora, están los supermercados.

El que me guste la carne (o el pescado, que yo soy más icitiófaga) no quiere decir que no me guste la verdura. Que yo por una ensalada dejo cualquier filete. Me chiflan las ensaladas, la fruta, y la vida sana. Aparte, como todos sabéis, soy fanática de los cactus, a los que admiro mucho más que a muchas personas.

Yo a toda esta gente que quiere encontrase a sí mismo en plan budismo urbanita, les recomendaría venirse a mi pueblo. Los paseos por los caminos de huertos, oliendo a azahar dan para mucha meditación. Te encuentras a tí mismo divinamente. Y si te aburres, vuelves a la civilización y enciendes la tele.

Todos contentos