El mundo en mis manos

Nuestra filosofía de vida, a través de este hermoso texto

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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lunes, 6 de abril de 2020

No me aburro en confinamiento.

Ayer fue domingo de Ramos. Pedimos a las mamis de cate que enviaran fotos de sus ramos y las mamis, que son la mar de enrolladas, enviaron todas. He hecho un álbum en el ordenador: Semana Santa en confinación.

La misa era como siempre, a las 11. Yo no tengo una smart tv (el nombrecito me lo ha dicho mi marido) y tengo que verla en el ordenador. Tengo una buena pantalla, pero no es lo mismo.
Se me encogió el corazón, de verdad. Me puse muy triste, al ver que, en una fiesta tan bonita, sólo el cura, en la ermita de Faura, celebraba la misa. Me tuve que ir del cuarto del ordenador, con una media llorera de aúpa. Mi hijo, lo entendió, menos mal.
Y, claro, ayer, cuando estaba sola, aún me duraba la tristeza. Pero ¡Oh, sí, corazón sonríe, esconde tu infelicidad! Igual que el clown al reír pone un disfraz a su amarga verdad (es una canción)

De juniors también enviaron muchas fotos. Yo que me dejé los cuernos en una palmera, y todos han hecho la más fácil. Con mi torpeza, como dice Lorenzo Caprile, tiene un buen lejos. Pero como te acerques....

Y os preguntaréis, a cuento de qué el título de la entrada. Yo divago mucho.
El caso es que tengo perro y gato. Y con ellos no te aburres nada. Sobretodo con el gato, que no sabe estarse quieto.
Cuando se ponen a jugar el gato y el perro, es para morirse de risa. El perro juega a lo perro, tratando de ponerle la pata encima del gato. El gato, juega a lo gato, tratando de morderle las orejas.
El caso es que más veces es el gato el que juega con el perro. Cuando se pasa, y le da más fuerza al mordisco y el perro se queja, el gato le lame.
La verdad es que siempre están juntos. El gato se acomoda en el perro, apoya su cabeza en su barriga, y tan contentos.



















Os cuento que ya he puesto el arco iris en mi balcón. Y, jajaja, lo tengo puesto al revés, lo que pasa es que de lejos no se ve. Los nudos, aunque pequeñitos, están. No pasa nada. En 3 semanas le doy la vuelta y ya está. Está cogido con alfileres, porque quiero que sirva para muchas cosas: de salvamanteles, de cuadro, de lo que quieras usar. De

momento sirve para la esperanza




 Como veis, tengo el cartel igual que la espada de Damocles, sobre la cabeza.
Las fotos oscuras, son de ayer. Las iluminadas, de esta mañana