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La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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sábado, 3 de octubre de 2020

Buenas noticias: Fernando Simón

 Hola a todos desde Faura (Valencia).

Acabo de ver a la carta el programa de Calleja que hizo con el doctor Fernando Simón.

No conocía a este señor antes de la pandemia, como casi todo el mundo, imagino.

En las ruedas de prensa, se le llamaba doctor. Ya teníamos una pista de que era médico.

No me llamó nada la atención de su persona. Iba normal vestido, con los pelos un poco de científico loco, pero nada del otro jueves.


Hoy le conozco mejor. Es epidemiólogo y sabe mucho mucho de todo el asunto de plagas, epidemias y demás enfermedades infecciosas.

Y me gusta que diga que la ropa es la que lleva. Y que no usa chaquetas más que para las bodas. Usa la ropa que le regalan. Y que tampoco ha pensado depilarse las cejas ni el pecho lobo. Que es cierto que la gente es la pera. No dejan a la gente ser como es. Y este señor es así y dice verdades como puños.

Lo primero, que va de cajón de madera de pino, es que ha dicho una verdad como un templo: se preveía una pandemia. Esto es más por estadísticas que por medicina. Cada determinado tiempo, nos viene encima la de Dios es Cristo.

¿Por qué los alemanes, siendo más población, se han contagiado menos? No se


sabe. Puede ser por la sosería intrínseca de los alemanes. No son sociables a no ser que lleven doscientas cervezas en su cuerpo serrano.

Me ha gustado el doctor Simón. Además es de mi quinta. Y me gusta que haga escalada, que es uno de los deportes que más me gustan (yo hace muchísimo que no estoy en un rocódromo).

Calleja le llevó por Mallorca a unos sitios preciosos. Se demuestra que no hace


falta irse al quinto demonio para disfrutar de un entorno paradisiaco. Desde castillos, faros, grutas, buceo, bicicleta...Una pasada. Y todo a tiro de piedra.

He visto disfrutar al doctor. Se le nota que es deportista y que la adrenalina es una medicina muy buena.

La gente se ha metido mucho con él porque se fue de vacaciones. Hasta Dios tuvo que descansar al séptimo día. 

Y también se nota lo que le toca las narices: los confabuladores, catastrofistas, negacionistas y demás gentuza.

De estos que dicen que la epidemia es mentira, que todo es un complot de los chinos para no sé bien qué.

Y lo que dice Simón es cierto: los peores son los que están en contra de las


vacunas. Una chorrada que he leído es que nos meterán un microchip con la vacuna. Se creen que esto es Gran Hermano de Orwell.

Está claro que las vacunas han salvado vidas. Y cierto, que el que no se lo crea, que se vaya a una isla muy desierta y a vivir. Son peligrosos. Una sola persona sin vacunar puede contagiar a mucha gente.

Bueno, y para alegría de muchos, Simón ha dicho que en diciembre, se empezarán a repartir vacunas entre los grupos de riesgo: médicos, gente mayor y demás.

En Enero y siguientes meses, continuará la distribución de vacunas progresivamente, hasta alcanzar a todos.

Obviamente los plazos pueden variar, tanto a favor como en contra. Pero esa es la estimación de una persona que no es político ni lo quiere ser.

Yo estoy contenta, y ya lo estaba antes. El jueves tuve consejo pastoral. Y ya pronto empezaremos a dar cate. Nos tocan los pequeñajos este año. Claro está que


con las normas de higiene precisas.

También empezaré a toca la guitarra. Me pondré muy separada de los niños, para que me puedan ver si no llevo mascarilla. Más de dos metros y medio para evitar problemas. Ya veré cómo lo hago.

También empiezan las lecturas. Que las tres las hará la misma persona. Yo me quedo de sobrera, tal como un día me lo dijo el


párroco y me hizo gracia. Obviamente leer las tres lecturas y luego tocar el aleluya es pelín precipitado. Mejor si lo hace otra persona.

Pero el caso es que yo leo mucho mejor que toco. Pero también es cierto que hay muchos voluntarios para leer y ninguno para tocar.

Y con esto ya he acabado y tengo la moral por las nubes.

Nos leemos