El mundo en mis manos

Nuestra filosofía de vida, a través de este hermoso texto

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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viernes, 1 de mayo de 2020

Bendita herencia



Hoy empezamos mes en desescalada. Y como vivo en un pueblo de menos de 4000 habitantes, puedo salir a cualquier hora acompañada de mi marido.

El plan es irnos donde antes paseábamos, que está a menos de 1 km, pero que, en realidad el paseo es de más (se pueden hacer muchos kilómetros en 1 kilómetro a la redonda). Mañana pondré fotos de la libertad.

La herencia: y no hablo de la herencia pecuniaria, sino de la herencia genética.

Cuando estábamos en trámites de adopción, tuvimos algunas experiencias con personas varias. Y alguna nos dijo: ¡uy, adoptar!, si no sabes quiénes son sus padres biológicos e igual alguno es un delincuente. Y claro, hay que explicar que el componente genético en el comportamiento humano es muy básico. La mayoría lo hace el entorno en el que vive una persona.

Pero la herencia sí que influye en el físico, y en el químico. Por ejemplo: mi marido tiene jaquecas, totalmente heredadas de su madre. Que digo yo que podía haber heredado otra cosa, sus ojos, por ejemplo. Porque jaqueca es un fastidio, que deja a mi marido hecho puré. Y muchas veces en momentos oportunos: salida con amigos, boda o evento vario

Yo tengo colesterol genético. Que no sé de dónde viene, pero que está claro que es patrimonio familiar:  mi hermana mayor y mi hermano mayor lo tienen. Y el resto, no lo sé.

Mi madre era guapísima: una morenaza con ojos grises. Esos ojos los ha heredado mi hermano menor. Yo he heredado de ella el pelo estropajo, que se hincha y que hace que parezca una menina. Pero reconozco que yo no tengo el pelo tan estropajo como mi  hermana mayor o mi hermana pequeña. Todo va en grados

Mi padre era un tipo guapo: ojos verdes. Yo he heredado sus ojos verdes (un poco menos verdes) y su estatura pequeñaja. Lo de ser pequeña, tampoco me ha molestado mucho. Las caídas son a menor altura. A veces, en casa, es una porra no llegar a los sitios altos. Pero como todo tiene solución, apelo a mi marido o a mi hijo.

Hay herencias un poco menos molestas: tengo mala leche por parte de padre, y despiste por parte de madre.
Tengo sensibilidad artística por parte de madre y capacidad para la docencia por parte de padre. Mi padre no tenía oído, él mismo lo reconocía. Pero como no le quedó otra que estudiar piano, pues tira millas. Sí le gustaba la música, pero oído, cero patatero. El oído musical lo he heredado de mi madre.


Los despistes de mi madre, eran motivo de cachondeo por parte de todos. Entre que no veía tres en un burro y sus problemas perdiendo lentillas, era un desbarajuste.

Por cierto el ser cegata es por parte de padre. Yo soy cegata pero no mucho. Esa herencia materna la lleva mi hermana mayor: rompetechos diplomada. No cuento con que con la edad, la vista varía: menos miopía, más hipermetropía. La pila, que se desgasta, y hasta los más renuentes acaban apuntándose el club del vidrio.

Mi madre también tenía problemas de estómago. Yo esto lo he heredado también. Estómago caprichoso. Unas veces me sienta bien una cosa, y otras, la misma cosa, a cuernos.
Lo de mi madre también tenía traca. Era muy estreñida (esto yo no lo he heredado) y comía muchísima verdura. Y lo malo de la verdura es que tiene efectos secundarios. Se iba al baño, y era peor. Porque los pedos en un baño suenan en doble. Y mi casa de Basauri no tiene puertas el comedor. Si venían amigos, la juerga estaba asegurada. En el chalet, también pasaba lo mismo, pero como era más grande, sonaban menos los efluvios anales.


A mi, la gente me dice que soy clavadita a mi padre. Cuando era pequeña me reventaba un montón. No veía nada bueno en mi padre.

Ahora, se me ha pasado el mal rollo, y claro que me parezco a mi padre. Más en lo físico, en la manera de hablar, de caminar, que en el químico. Es que la parte del carácter sí que se puede modificar. Aprendemos de los errores de  los demás y no queremos cometerlos. Por ejemplo: la educación a lo bestia. Mi padre era de los que a la mínima, te llamaba idiota. Me acuerdo del latín  y la palabra columbus. Que sí, ahora sé que colombofilia procede de la dichosa palabra. Pero entre gritos y tú eres idiota....no solucionaba nada. Una vez aprendido, todo es fácil, claro.
Yo, a veces, con mi hijo, me sale la vena paternal, pero me contengo y digo: Tú pareces tonto, o estás tonto. Que no es lo mismo que serlo. El estar es temporal, tiene solución. Y el parecer es subjetivo.

Y yo sé rectificar. Mi padre y otros tantos padres, consideraba que rectificar era rebajarse. Yo de toda la vida, cuando me he equivocado, lo digo y sanseacabó. No lo considero una humillación: errare humanum est.

Y rectificar...pues un ejemplo de ayer mismo: he deshecho todo el trozo de top que me estaba haciendo, porque no me gustaba. He desechado el patrón y hoy me pongo a hacer otro distinto.

Rectificar es de sabios y duele, pero es mejor.

Y hasta aquí, a punto de acabar la cuarentena