Por fin llegaron las comuniones a Faura. Teníamos muchas ganas, tanto padres, sacerdote, catequistas y, por supuesto, los niños.
Hemos tenido que aguantar una situación histórica, que lamentablemente no hemos podido evitar. Pero la verdad es que con buen humor todo ha pasado razonablemente bien.
Ayer amaneció un día estupendo de finales de verano. A las ocho menos cuarto, ya estaba la banda de música preparada y los padres de la despertà listos. A las ocho, puntuales, empezó la despertà. Mi gato huyó. No le gustan los petardos. Mi perro ya, pasa bastante.
Había quedado en la iglesia a las 11 y cuarto. Cantaba la misa la hija de mi amiga Ada, Elia Casanova. Y claro, no tenía llave de la iglesia. Elia vino a mi casa, y le di la susodicha llave.
Había mucho bullicio en la calle. Y antes de las once, vi que si me iba más tarde, no podría pasar. Ya estaba la traca del comunionero vecino preparada. Y, yo salí lista y elegante.
Para la comunión, me había comprado unos pantalones de 5euritos (barato barato) en color rojo. Los conjunté con una camiseta roja y blanca. Una camiseta chula que me había dado Ade hace tiempo y que había sido de su hija Elia. Esta se dio cuenta. Una anécdota divertida.
Me puse el collar negro con brillantes y los pendientes a juego. Mis sandalias también brillantes y mi mascarilla de lentejuelas. Iba ideal de la muerte.Mi amiga Ade y yo casi llegamos a la misma hora. Y empezó nuestro trabajo: colocar las dos bandejas de las ofrendas, y ayudar a la gente a encontrar su sitio.
Este año, por las medidas de seguridad, los niños están bajo el altar. Separados y con los padres, en sillas, detrás.
Los abuelos y demás familia en bancos alternados. Claro que esto ocasionó que a algún abuelo le tocara el final de la iglesia. Pero es lo que hay.
Bastante gente se tuvo que quedar fuera de la iglesia, porque se sobrepasaba el aforo, y no era cuestión de que le multaran al sacerdote.
En general hubo mucha comprensión. Algún amago de bronca, posiblemente por los nervios y todo bien.
Los niños entran, se colocan bien, y arreando, ya empiezan las comuniones.
Sale a leer Mireia y muy tranquila. Es una niña preciosa, que tiene su punto de rebelde que me encanta.
Luego salen los padres a leer: Laura, que se me anima a un bombardero, Loli, muy profesional, y Maggi, que lo hizo divinamente.
Y mis niños, que llega la hora de las peticiones. Me los comía yo a todos. Guapísimos, correctos, y encantadores.
La ofrenda la hicieron mis mellizos favoritos: Izan e Iker, muy guapos los dos. Paseíllo por mitad de la iglesia y fueron los protagonistas. Xavi y Miguel Angel leyeron las ofrendas. Xavi, un chaval inquieto y alegre. Se le ve que va a ser alto como su padre. Yo le llamo, papaíto piernas largas. Y Miguel Angel que es un crío muy tranquilo, pausado y que tiene su punto tierno.
Llega la hora de la comunión, que es un momento de nervios. Los niños tenían que subir al altar y tomar la comunión en la mano. Importante colocar las manos como se tienen que colocar. Lo hicieron de lujo, las catequistas estábamos encantadas.
Me dice un niño: no me gusta el sabor. Habrá que hablar con las monjas que hacen las formas para que las hagan con sabor a fresa.
El último niño en salir, para los agradecimientos, es Valeria, una niña preciosa, muy tímida y que salió encantada. Yo le había dicho que ella era el postre, que es lo más dulce y lo que mejor sabe.
Aplausos finales, y fotos.
Yo de charla con mi amiga Ade, y me dice el cura: ven a las fotos, que no van a salir tus lentejuelas, jajajajjajaa.
Toca recoger sillas, colocar bancos en su sitio y sudar la gota gorda. El cámara, se había dejado parte de sus trastos en la iglesia y me había pedido que esperara. Pasó el tiempo, y apareció el cura y nos dijo que nos fuéramos, que el cámara le llamara a él.
Hicimos trampita y aprovechando que no había nadie en la calle, nos quitamos la mascarilla y respiramos. ¡uff, qué calor!
Un año más de comuniones, y estas serán recordadas siempre. Por eso me hice foto.
Otros años, pssha, unas comuniones más.
Esta ha sido muy especial y muy emocionante.
Quiero dar las gracias a los padres, por ser tan colaboradores y tan encantadores. Han sido 3 años estupendos.
Ahora nos tocan los pezqueñines de Primero de cate. Otra aventura comienza