Hoy me he decidido a contar lo que me pasa.
Teno tinitus o acuifenos o lo que prefiráis llamarlo.
He ido unas cuantas veces a Urgencias. Me dieron antibióticos y me sentaron fatal.
Era dolor, diarrea y vómitos.
Me dieron luego antibiótico al oído.
Fui a un concierto: Gloria de Vivaldi. Y canté muy a gusto con la Orquesta de la Lira de Sagunto. Luego, hubo villancicos, dirigidos por nuestro director. Y me empecé a marear. Tuve que salir. El director de la Lira, me dio un asiento, y luego vomité lo que tenía en mi estómago.
Entre unas cosas y otras tengo una depresión profunda. No quiero vivir. Pero el suicidarme tiene un problema: soy católica y no quiero irme fuera del cielo.
Estos días estoy pensando en Blanca Fernández Ochoa, que se fue a sus montañas queridas y allí se quedó.
También quiero hacerlo yo. Me encantan las montañas y perderme en ellas.
Pienso quién se acordará de mi, quien me pondrá flores en mi tumba, quien llorará por mi.
Lo único que hago es llorar y tomar pastillas para tranquilizarme.
Mi familia me ha quitado las llaves para evitar que me vaya, pero llegará un día en que ya no lo podrán evitar. Irme lejos, muy lejos, donde nadie me encuentre. Vivo en un pueblo donde la montaña está cerca