El mundo en mis manos

Nuestra filosofía de vida, a través de este hermoso texto

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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lunes, 20 de abril de 2020

Y tú ¿A qué juegas?

  

Ya casi me conocéis con tanta historia que os he contado.

Me queda una cosita: me encanta jugar. Sea a lo que sea.

Hemos sido muchos hermanos, y los juegos de mesa eran la manera más divertida de pasar tardes lluviosas. En Reyes, siempre caía un juego, con lo cual, a lo largo de los años, reunimos muchísimos juegos
 Palé, Scatergorix, Risk, Monopoly, Trivial, scrabble, pictionary, absolutas idioteces, Hotel, vuela cuela, Tabú, Laberinto,Master Mind, Hundir la flota Diana. Y claro: parchís y oca.Y tantos otros, que no me acuerdo.

Y soy relativamente competitiva. Prefiero ganar, pero tampoco me importa perder. Aparte: considero que es infantil enfadarse por perder en un juego. Y si, alguien me saca de mis casillas, disimulo.

Hay un juego que odio: el Risk. Es un juego malévolo en el que puede que te toque destruir el ejército de un compañero. Y, no hay manera, no, y molesta.
Mi hermana mayor era especialista en tocar las narices. Se regodeaba. Y me decía: A tí no te molesta. La procesión iba por dentro, disimulaba yo muy bien las ganas de darle una torta.
Un día, jugábamos con su novio (su marido actual) y ella en su papel: dando por saco, pinchando. Y en una de estas, Alfonso, se levanta, coge el tablero y lo tira. Y mi hermana:¡Ala! A recogerlo todo.
Tengo una hermana que es epiléptica, y le daban ataques cuando jugaba. Ese juego fue desterrado.

Alfonso era y es un tipo tranquilo, pausado, que no es altera tan fácilmente. Mi otro cuñado, Javi, es todo lo contrario. Muy nervioso.
Y cuando jugábamos al parchís, pues la gracia, es picar un poco al contrario: Ala, te como, cuento veinte, te vuelvo a comer y entro en casa, te chinchas. Y mi hermana Paloma me miraba. Javi tiene mal perder. Es el clásico que no le gusta perder ni a las chapas. Y claro, a la mínima se enfada. Pues peor para ti. Así tienes otra faena: desenfadarte.

Otro juego para recordar: el vuela cuela. Es un juego muy simple similar a la diana, pero de mesa. Con las manos (las manos de plástico del juego), se hace palanca para tirar los conos al tablero. Como el tablero está numerado (el centro más puntuación, las esquinas, menos), se trata de conseguir la mayor puntuación. Tirando de boli y papel, anotamos las puntuaciones y quedamos la cifra a la que hay que llegar: 1000, por ejemplo. El que primero llegue, gana.
Es un juego difícil de encontrar y la mar de divertido. En el chalet, recuerdo una anécdota. Se me había quemado un guiso y lo tenía en el suelo, para enfriarlo.
Y estábamos jugando al vuela cuela, y mi hermano mayor, estaba perdiendo infinito. Y con su cara de póker, impertérrito. Y en una de estas se oye: ¡Miau!. Nuestro gato, había intentado comerse el guiso, que estaba frío por fuera, y caliente por dentro. Al meter la zarpa, se había quemado.
Fue maullar, nos entró la risa, y  mi pobre hermano Patxi (al que parte de las risas estaban dedicadas) ahí, plantado con cara de , ya se callarán estos petardos.

Otro juego chulo chulo: absolutas idioteces.
La de risas que no he hecho yo con este juego. Hecho ex profeso para mí. Yo soy payasa de segunda profesión. Y tengo imaginación para inventarme palabras.
Con este juego, nos ha pasado de todo. Una vez, mi hermano era el mano, y tenía que soltar una chorrada sin que se le notara nada. Y de tanto aguantar, se le salieron los mocos. Yo me meaba de risa.
Otro día, ya casada, en una de tantas que fuimos a Basauri, yo apunté: jincamontañas como otra manera de llamar al saltamontes. Y coló. Todos opinaron que era la correcta. Se nos ha quedado el jincamontañas para siempre.

Mi marido es peor jugando: es demasiado inocente. Y soy más astuta y estoy acostumbrada a jugar. Un truco es sonreír siempre: tanto si si, como si no.

El Tabú: otro juego la mar de divertido. Ideal para gente que se pone nerviosilla. Cuando detectas al nervioso, ya sabes a quien tocar las narices con la alarma.

Pictionary: Hay gente que sabe dibujar, pero no sabe concretar. Y las manos, qué grandes son para dibujar, y la gente las usa para explicar (Igual que en el Tabú). Los dibujos cagarrutas de mosca son estupendos.

El Trivial: aunque parezca que no tengo abuela, en mi familia no tenía rival. Cuando venía algún amigo de mis hermanos un poco más ilustrado, ya molaba más. A mi no me gusta ganar sin luchar. No tiene salsita. Me gustan rivales potentes, que me den guerra. En el único tema que fallaba, era el de Cine y Televisión. El mundo rosa me aburre mucho. Y de cine, cortita ando.
Pero, como soy buena en deportes (cosa extraña en una chica, se supone), pues compenso

Los juegos tipo Palé o Hotel o Monopoly, pues ni me gustan ni me disgustan. De más joven me disgustaban. Eso de montar tú tu hotel y que vengan y te lo quiten, molesta mucho, jajajja

Los juegos para dos: hundir la flota, Master Mind, Scatergorix, me gustan mucho. Fijaros que el ajedrez o las damas, me la repampinflan (demasiado lento), pero estos que hay que darle a la neurona me van mogollón.

Otro tipo de diversión son los jeroglíficos, los crucigramas y las sopas de letras.
En mi casa, todos los días se traía el PP: pan y periódico. Y con mi padre, tenía yo una competición de a ver quién era el primero en averiguar el jeroglífico.
De esa época me aficioné a los crucigramas y sopas de letras.

¡Cuantos días playeros haciendo crucigramas! Al final, hacía los difíciles: los blancos y los silábicos. Aprendimos palabras nuevas: Ale, que es la cerveza inglesa; go, que un juego chino. Realmente útiles para nuestra vida playera

Cuando me casé, claro, empezamos a comprar juegos. Y un día en una tienda, veo el Vuela Cuela. Desde entonces está con nosotros, y menudas partidas nos echamos. Ahora que Rafa es mayor, juega. Pero le pierden los nervios. Cuando va ganando, se le cruzan los cables y la mano se le pone tonta y manda los conos a tomar por saco. No por enfado, sino por nervios. Le da el tic tonto, jajajaja
Este juego, no lo busquéis, está descatalogado. Y es una lástima. Básico y divertido.

También tenemos el Tabú, pero es para 4 personas.
El laberinto: para pensar mucho, yo soy bastante mala, es Rafa el que suele ganar.
Y el Monopoly edición mundial. Me he reconciliado con este tipo de juegos, y no está mal.

De cartas, he jugado a todo: mus, escoba, tute, brisca, chinchón,. A todos hemos jugado. En mi casa, que éramos tropecientos, pues fácil jugar.

En Valencia, a mi marido no le gustan o sea, que se acabó. Hemos jugado al dominó, que ni le gusta ni le disgusta.

Lo que le gusta es la Diana. Al principio de nuestro noviazgo, le regalé una diana de pared, y nos echamos nuestras partidas. Ahora en confinamiento, tenemos una lucha entre mi marido y yo. Rafa, a veces se apunta. Pero, está en la mierda de la adolescencia y, en lugar de jugar, se va a su cuarto a no hacer nada.
Como veis, es una diana que, cuando se pliega como un tríptico, no parece que sea una diana.
Tenemos el problema de las plumas. Son difíciles de meter y al final, vamos jugando don 4 dardos. Tendremos que comprar más plumas otra vez.

El vuela cuela es la opción, cuando no se quiere uno mover mucho, ni pensar tampoco demasiado. Y mola mucho, mucho mucho.

Y con las nuevas tecnologías, llegó el juego al móvil. Y yo juego mucho: .
Puzzle pets: el clásico de juntar 3 o más del mismo color
Sopa de letras: pues eso, sopa de letras
Brick classic: tipo tetrix
word of wonders: el que me tiene más enganchada: Entre sopa de letras y crucigrama blanco, pero sin letras para ayudar. Y vas pasando por países y te enteras de cosas. Estoy enganchadísima. Porque es difícil, claro. Normalmente pido ayuda a mi marido, porque 4 ojos y dos mentes suman más que una sola. Rafa está descatalogado, por suspender 3 asignaturas y mentirnos.

En el ordenador, juego poco y cada día menos. Antes jugaba a los juegos de cartas clásicos que vienen en el ordenador. Luego, al candy crush saga. Hasta que llegas a un nivel que no hay manera, y no me compensa perder el tiempo en esa tontería.

Hubo uno, muy chulo, que ya no encuentro: El Pandora's box, de tipo puzzles distintos y la mar de entretenido.

Tenemos la wii, regalo de comunión de mi hijo. Al principio, jugábamos mucho al tenis, al golf y a los coches. Luego, se fue enfriando la cosa, y ahora ya está la wii cogiendo polvo.

Me gusta jugar. Creo que la edad no influye para tener un espíritu festivo. Yo sigo igual que cuando era joven, pero con menos perjuicios.

Con tanta entrada de cosas serias que me gustan, se me olvidó una: me gusta reír y hacer bromas.

Prefiero tener arrugas por reír que no por amargarme la existencia.

Soy payasa, y a mucha honra.

He dicho