Ya han bajado las temperaturas y empiezan los primeros chaparrones y las primeras tormentas. Y cuando está todo oscuro, aparece el arco iris.
La vida es así, siempre hay un arco iris aunque todo parezca oscuro.
Ayer en misa, el cura dijo que cuando nos empeñamos en dirigir nosotros nuestra propia vida, solemos fastidiarla. Porque no tenemos un guía y sin guía nos precipitamos. Necesitamos tener a Cristo que nos guíe y así evitaremos los batacazos.
Me vino muy bien la reflexión, sí Señor. Porque es raro que cuando tengo un conflicto le pida a Dios que me guíe. Lo intento hacer yo solita, y suelo darme unos golpes que me dejan el corazón dolorido.
Hoy, también otro cura ha hecho otra reflexión (lo que se llama sermón). Que tratamos de evitar las dificultades como también quiso Pedro que Cristo lo hiciera. Y es cierto: cada uno tenemos unas cruces que aguantar. Son de todos los tamaños y también cada persona las soporta según su manera de ser. Lo que para nosotros son grandes cruces, para otros son livianas, y, al revés. No tenemos que tratar de evitarlas, sino que debemos saber que son como el arco iris. Después de la cruz viene la vida.
Es cierto que hay personas que no sabes bien por dónde cogerlas, qué hacer, cómo comportarte con ellas. Y son las clásicas que hagas lo que hagas todo lo van a mirar por la parte mala. Es decir, que siempre van a pensar que todo lo haces por la maldad intrínseca de tu alma.
Pero también hay gente estupenda, que son la misma imagen de Cristo en la tierra. Que sólo ven bondad en todas las personas, no ven malicia ni mal hacer en ninguna. Son personas a las que me encanta acercarme, porque tienen un alma pura.
La mayoría de las personas son como yo, la verdad, que ni vemos todo mal en las personas, ni vemos todo bien en las mismas personas.
¿Qué hacer? Pues pasar de las primeras personas y procurar no ponerse a tiro, y acercarse mucho a las segundas, a ver si se nos pega algo.
Nadie dijo que ser cristiano fuera fácil, desde luego. Porque pasar de la gente y perdonarla cuesta. Pero lo mejor es que siempre tenemos el salvavidas de Dios, que nos cura las heridas y nos perdona los errores.
Si pedimos ayuda a Dios, casi fijo que todo pasará, y saldrá un arco iris al final de la lluvia
La vida es así, siempre hay un arco iris aunque todo parezca oscuro.
Ayer en misa, el cura dijo que cuando nos empeñamos en dirigir nosotros nuestra propia vida, solemos fastidiarla. Porque no tenemos un guía y sin guía nos precipitamos. Necesitamos tener a Cristo que nos guíe y así evitaremos los batacazos.
Me vino muy bien la reflexión, sí Señor. Porque es raro que cuando tengo un conflicto le pida a Dios que me guíe. Lo intento hacer yo solita, y suelo darme unos golpes que me dejan el corazón dolorido.
Hoy, también otro cura ha hecho otra reflexión (lo que se llama sermón). Que tratamos de evitar las dificultades como también quiso Pedro que Cristo lo hiciera. Y es cierto: cada uno tenemos unas cruces que aguantar. Son de todos los tamaños y también cada persona las soporta según su manera de ser. Lo que para nosotros son grandes cruces, para otros son livianas, y, al revés. No tenemos que tratar de evitarlas, sino que debemos saber que son como el arco iris. Después de la cruz viene la vida.
Es cierto que hay personas que no sabes bien por dónde cogerlas, qué hacer, cómo comportarte con ellas. Y son las clásicas que hagas lo que hagas todo lo van a mirar por la parte mala. Es decir, que siempre van a pensar que todo lo haces por la maldad intrínseca de tu alma.
Pero también hay gente estupenda, que son la misma imagen de Cristo en la tierra. Que sólo ven bondad en todas las personas, no ven malicia ni mal hacer en ninguna. Son personas a las que me encanta acercarme, porque tienen un alma pura.
La mayoría de las personas son como yo, la verdad, que ni vemos todo mal en las personas, ni vemos todo bien en las mismas personas.
¿Qué hacer? Pues pasar de las primeras personas y procurar no ponerse a tiro, y acercarse mucho a las segundas, a ver si se nos pega algo.
Nadie dijo que ser cristiano fuera fácil, desde luego. Porque pasar de la gente y perdonarla cuesta. Pero lo mejor es que siempre tenemos el salvavidas de Dios, que nos cura las heridas y nos perdona los errores.
Si pedimos ayuda a Dios, casi fijo que todo pasará, y saldrá un arco iris al final de la lluvia
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