Fuimos a la ermita, que será la última vez que venga Amparo. El resto cuidaremos bien el pueblo.
Arriba, nos tomamos unos helados que nos supieron a gloria. Son helados que no se derriten.
Juan le estaba explicando a Ade, cosas de la familia. Ayer colgó una foto antigua en el whatssap de excursionados. Hay que ver qué jóvenes eran, cuánto pelo, que luego ya no está.
Yo también tengo un corazón tatuado, cual marinero antiguo. Es el de Juan, y lo quiero tener junto a mi.
Como veréis, me he entretenido poniendo cositas a las fotos. Hay una página, que se llama fotoefectos, que me permite cambiar las fotos, haciéndolas más divertidas.
Hemos quedado ya para el domingo, hemos hablado, cotilleado y charlado de lo divino y de lo humano.
Nos lo pasamos en grande y es lo mejor: la felicidad, como dice Juan, es un estado mental.
Y nosotros tenemos y procuramos tener ese estado, que es el mejor del mundo.
Besitos veraniegos
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