Al llegar a la playa, mientras Ade, Juanra, Isabel y Amparo se iban a dar una vuelta, Juan se quedó cuidando el sitio y yo me fui a dar el primer baño.
El mar estaba en calma, el agua estaba estupenda. Una gozada
Al salir, almorzamos bocadillos de jamón. Una gaviota decidió que éramos muy buena compañía.
Le empezamos a dar trocitos de jamón, y se demostró que estos bichos comen de todo.
Los hombres charlando y Juan moviendo las manos para explicar vete a saber qué cosa interesante a Juanra
Las mujeres, sentadas en sillas, charlando tranquilamente
Yo me había traído la revista Mundo Negro, que nos dio un misionero el sábado. Tiene reportajes bastante interesantes.
Mi marido, que estuvo siempre protegido. No tiene piel para tonterías. Así que siempre que es posible, se va a la sombra y se pone su gorra de explorador del Sáhara.
Yo, empoderándome, porque también yo lo valgo. No sólo las tías buenas, o las que se lo creen buenas, van a poner cara de interesante.
Nos volvimos a bañar, ya con Amparo, Juanra y yo. El grupo se dividía entre los no nadadores: Ade, Amparo, Juan e Isabel, y los nadadores: Juanra y yo.
Yo la disfruto con el agua, me encanta.
Volvimos a la casa de Amparo, y las vistas, con el velero al fondo eran preciosas
Foto grupal. A ver si me acuerdo de lo que llevó cada uno.
Volvimos a la casa de Amparo, y las vistas, con el velero al fondo eran preciosas
Foto grupal. A ver si me acuerdo de lo que llevó cada uno.
Isabel, fideuá con verdura tipo macarrones y pepino.
Amparo, tortilla y ensalada césar
Ade, más pepino, y salchichas con pimientos. Yo, ensalada de arroz y bizcocho de piña y cerezas.
Corría un aire que hacía volar todo. Estuvimos hablando de los olivos. Había duda de su origen. Y mientras yo miraba San Google, el aire hizo de las suyas , y tiró el plato del aceite del pepino, y me regó. Mi sino es que me rieguen o yo mojarme. Soy puro líquido, debe de ser.
La sobremesa fue igualmente agradable. Isabel se durmió la siesta y el resto, avanzamos en las conversaciones y anécdotas varias.
Lo bueno de ser mayores, es que tenemos muchos recuerdos y cosas divertidas que contar.
Lo bueno de ser mayores, es que tenemos muchos recuerdos y cosas divertidas que contar.
Nos decidimos a dar un paseo, no por la playa sino por el asfalto, y compramos helados.
Al volver, tocaba recoger, y a casa.
Llegamos a casa, y descubro que el sol me ha dejado muy roja. Y eso que Juan me embadurnó con protección 50.
Pero claro, parece ser que después del baño, hay que volverse a embadurnar.
Tampoco me he quemado, así que pecata minuta
Ha sido un día estupendo. Gracias, Amparo, por dejarnos tu casa
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