Ayer día 12 de marzo fue un día que empezó muy bien. Fuimos a la compra semanal, luego a almorzar y a ver sandwicheras. Y más tarde, al mercado, en busca de unas sandalias negras para mí. Y encontré unas por 10 euros súper chulas, con perlitas decorativas.
Más tarde fui a Leroy Merlín, a hacer el taller del día del Padre. Hice un portalápices muy bonito. Cuando cuelguen las fotos las pondré.
Por la tarde, decidí que quería acompañar a Juan a hablar con un amigo al Puerto de Sagunto.
Eran las 6 de la tarde, y una vez acabada la charla con el amigo, nos fuimos a comprar la sandwichera y a hacernos un tentempie
Llegamos a las ocho, subimos en el ascensor y al llegar, pensé que me había
equivocado de piso. No había bombín en la puerta. Miro, y sí, era mi casa.
Llamamos a la Guardia Civil. Mientras, preguntamos a una vecina si había oído algo, pero nada de nada. Avisamos a nuestro hijo.
Por la mirilla se veía el pasillo encendido. Yo estaba atacada porque mi perra estaba en su jaula y tenía miedo por ella.
La Guardia Civil vino pronto, e intentaron abrir la puerta. Ya había llegado mi hijo
y dijo que había luz en el dormitorio: Estaba claro, habían entrado a nuestra casa.
Un agente consiguió abrir la casa y entraron los dos primero para ver si había gente.
Yo casi le doy un beso al agente, puro estrés que tenía. Se portaron de lujo y da gusto tener alguien a mano.
Yo llamaba a mi perra, que ladraba la pobre.
Por fin entramos y estaba todo mangas por hombro, o patas para arriba. Cajones abiertos, desparramado todo su contenido, toda la ropa sacada, cajones tirados por todos los sitios....
Juan llamó a un cerrajero que le propuso el seguro. Mientras, empezamos a recoger las cosas que había encima de la cama. Mi quincalla esparramada. Y vi que se habían llevado mi alianza y mi anillo de compromiso. Y algún anillo de plata queles había gustado.
Fuimos recogiendo cosas para despejar la cama y dejamos el resto para hoy por la mañana.
Vino el cerrajero y nos dijo lo mismo que la Guardia Civil: que compremos una puerta blindada.
De momento, estamos en caliente y estas cosas se tienen que pensar en frío. Cuando nos calmemos, miraremos y ya veremos qué hacemos.
Tengo una sensación de que me han violado mi vida. Han entrado en nuestra casa, sin permiso. Es una sensación de susto, asco, enfado y un poco de todo más.Hoy 13 de marzo me he levantado con dolor de cabeza. He organizado la balda de camisetas y jerseys. Cuando venga de misa, seguiré con el resto.
La verdad, es que, los ladrones, al tirar todo, han conseguido que veamos papeles, ropa y demás que no usamos y que se han ido directamente a la basura. Que algo les tenemos que agradecer a esos hijos de puta.
Lo malo es la sensación de inseguridad que se nos ha metido en el cuerpo. Ya
tenemos miedo de dejar sola la casa cuando nos vamos. Cuando montamos en el ascensor, nos acordamos de la subida a nuestra casa y el ver el bombín fuera.
El daño psicológico va a tardar en irse. El daño material no es nada.
Ayer día 14 de marzo fue el peor día. Mi cerebro estaba en modo peligro. Al estar en casa sola, me agobiaba el hecho de salir de casa y que, al volver, la hubieran atracado. Lo mismo cuando he salido a la compra, y lo mismo cuando he ido al médico.
Pero, la llamada de mi marido me ha calmado. Ha ido a Leroy Merlín a preguntar por puertas blindadas. Y había una puerta acorazada de oferta a precio de blindada. Es un chollo. Esa puerta la habían encargado y luego la devolvieron porque no les gustaba el color. Asimismo, otra persona no la quiso comprar porque tenía la cerradura a la derecha en lugar de a la izquierda.
Le dije a mi marido que la comprara ya. Luego, ya veremos cómo la pagamos.
Ayer por la tarde seguía yo con dolor de pecho y angustia, y nos fuimos al Puerto de Sagunto a relajarnos. Quería ver yo la puerta, tocarla, sentir seguridad.
Muy amablemente, el encargado de la sección nos sacó la puerta (que ya habían
retirado porque está reservada para nosotros) y la pude ver. Nos dijo que esa puerta no la abrían jamás: tendrían que tirar la pared, y eso hace ruido.
Volvimos a casa y teníamos los vecinos en el portal, acongojados. Un telefonillo estaba atrancado y pensaban que era el nuestro. Estaban comentando el asunto del robo. Y lo de siempre: que estaban en casa y no oyeron nada. Está claro que los ladrones son silenciosos. Que si nos estaban vigilando que si esto, que si aquello.
Volvimos al asunto de las puertas blindadas, que sí se pueden abrir, y de las acorazadas, que no. El más sensato, es el que vio las orejas al lobo y sí se quiere poner una puerta acorazada. El resto, pues no lo sé.
Lo que si es verdad es que tenemos que cambiarnos el telefonillo. Y justo Rafa ha estudiado eso, así que ya tenemos instalador. A mi todo lo que suene a electricidad,
me da calambre.
El caso es que son fallas y hasta la semana que viene no vendrán a tomar medidas y a poner la puerta. Pero hoy 15 de marzo ya me he levantado más animada y sin angustia. Ya veremos cuando tenga que salir y dejar la casa sola.
Poco a poco, imagino que se me irá el susto. Y cuando tenga la puerta montada, borrón y cuenta nueva.
Hoy, 16 de Marzo, hemos dejado sola la casa, sin perra. Y mi móvil dentro. Sólo de pensarlo estaba inquieta. Luego, se me ha pasado porque hemos ido al parque de perros y luego a almorzar.
Al volver a casa, y llegar a la puerta, he cambiado la cara: Aún recuerdo el susto de
encontrar la puerta sin bombín.
Ya queda menos para tener puerta nueva.
He quedado con mis amigas, para el te o café (como gustéis) y hemos hablado del tema: la inseguridad, el hecho de que te hayan invadido tu casa, tu nido, tu posesión sin avisarte. Que hayan pisado por
donde tú caminas, que hayan tocado tus cosas. Da repelús. Y esa sensación no se va tan pronto.
, que es inviolable, el sitio en el que estamos mi marido, mi hijo, yo, mi perra Gora y mi gato Coco. Y el sitio al que sólo se accede con permiso
acorazadas, sentirme a gustito.
Mayo compraremos las alianzas de titanio en Ali Express, que irán grabadas. Haremos 20 años casados y renovaremos votos
puesto con el bizcocho de Juan, que es un bizcocho de polvorones. Ya lo pondré mañana en el blog de cocina.
disfrutar de la vida. ¡Quién nos iba a decir que la vuelta nos dejaría tanta huella, tanto que voy a recordar siempre ese día nefasto.
El lunes irá Juan y la cogerá, previa consulta con los encargados.
Como bien hemos dicho: nos queda una semana de padecer
nos la pongan, respiraré, mi cerebro se tranquilizará, y dejaré de tener dolor de cabeza e inquietud
o no me los ponía nunca. He dejado la quincalla de Al Exprés, la quincalla que me regala mi marido (alta bisutería) o la quincalla que me ha regalado mi amiga Antonia y mi amiga Norberta. El resto, ha ido a la basura. Que pesaba ya un rato.
racional que me dice que en veinte años no me han robado, pero luego, mi cerebro reptiliano me repite: pero te han entrado. Y joroba mucho
llover, cada vez que entramos la enguarrinamos. Para librarnos de las huellas de los invasores tendremos que esperar a que escampe. Que parece ser que en un futuro cercano no va a pasar.
está a la vuelta de la esquina, las excursiones que haremos próximamente (si el tiempo no lo impide), los menús que voy a hacer....cosas chulas.
2 comentarios:
A mí me robaron u 30 de diciembre. Pusimos alarma y no me arrepiento. Ojalá la hubiera puesto antes. Un saludo
Claro, Joaquín. El poner alarma o puerta acorazada te da seguridad. Saludos
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