viajamos a Colombia por nuestro hijo.
La noche anterior dormí bien, sin necesidad de pastillas ni contar ovejas.
Ahora sí me pongo nerviosa recordándolo, pero en esos momentos no estaba particularmente nerviosa.
La casa estaba silenciosa, sin las perras, que habíamos dejado bien cuidadas.
Nos levantamos, cogimos los trastos, fuimos a casa de mi suegra, nos despedimos, y mi cuñado nos llevó al aeropuerto de Manises.
Yo andaba un poco mosqueada, porque los billetes de avión me los habían enviado al gmail y me parecía que no iba a funcionar nada.
Nos despedimos en el aeropuerto de mi cuñado. Era la comunión de su hijo ese mismo día. El día anterior habíamos ido a su casa a ver el traje. Fue entonces cuando mi sobrina Ángela nos dio un regalo para Rafa.
Con los billetes no hubo problema y montamos en el avión. Me tocó de compañera una chica americana que tocaba en una banda y que habían ido de concierto por la Comunidad. Me estuvo enseñando en el viaje las fotos. Yo no hablo inglés, pero me las apañé bien, y el viaje se hizo corto.
Llegamos a Barajas con tiempo de sobra. Yo había mirado en internet cómo se iba de una terminal a otra.
No hubo problemas. Barajas está perfectamente señalizado y hay muchos puntos de información
Llegamos, llamamos a la suegra, y nos dispusimos a esperar, mientras tomábamos un bocadillo y una bebida.
Llega el momento de embarcar, y en la fila recuerdo que hubo una discusión entre una monja y una chica. La chica decía que Iberia iba fatal; la monja, disentía.
Por fin estamos en el avión.
Entonces me puse nerviosa. Ya estábamos en camino a Colombia.
Primer inconveniente: no dejan mp3 en el avión.
Vale, toca mirar por la ventanilla. Muy chulo todo hasta llegar al Atlántico. Y ahí empieza el aburrimiento bestial.
Nos pusieron peliculitas que no me gustan nada y que ya había visto. Y como cierran las cortinas, pues ala, a tratar de dormir algo.
La comida en el avión sabe a plástico, pero eso es lo de menos.
Pasaron las horas y estábamos hartos de ver mar. Y para colmo, me empieza a entrar hambre porque era la hora de merendar en España.
Pagamos la novatada, porque la merienda estaba al fondo del avión y nosotros no lo sabíamos.
Por fin vemos unas islas, ya falta menos. Recuerdo una isla inmensa de arena parecida a una pastilla.
Islas, y más mar y mar....No se acababa nunca
Por fin, vemos verde.
Llegábamos a Venezuela. Y, a partir de ahí, todo bonito, con sus ríos y montañas.
Llegamos al Dorado ¡qué nervios!. Y.....nos habían perdido la maleta y el carro del niño.
Estuve en reclamaciones muchísimo tiempo, y, mientras, un amigo de Juan , Jasón y la abogada, nos estaban esperando.
Por fin logramos salir y Jasón nos condecoró con los rosarios que tantas veces habéis visto en las fotos.
Ya estábamos en Bogotá.
Llegamos a Casa Sebastiá y nos presentaron a otras parejas que ya habían adoptado. Estábamos agotados, pero aún nos quedaba esperar a Antonio y Raquel, que llegarían más tarde.
Por fin, llegaron, y con ellos, la abogada. Nos dio muchísimos papeles para entregar. Yo estaba que me caía de sueño. Eran las 23h en Bogotá, 8 horas más en España.
Ya es hora de dormir. En ropa interior porque no había maleta.
Mañana cuento el siguiente día
2 comentarios:
Muchas felicidades por este aniversario, me acuerdo de seguiros el año pasado, y estar esperando noticias vuestras, parece mentira, es como si hubiera pasado mucho mas tiempo.
Espero ansiosa el resto de vuestro viaje.
Yo también me he quedado con la miel en los labios, y eso que el año pasado nos lo contaste todo, pero es curioso que con el paso del tiempo hay pequeños detalles que no se cuentan antes por la euforia del momento y luego son muy interesantes.
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