El viernes celebramos el más extraño día de San José. Desde el vecindario empezaron a sonar petardos, y a las 12h todos los músicos empezaron a tocar. Fue muy sentimental. A las 14h sonó una mascletà improvisada con petardos y la gente haciendo ruido con lo que tenía.
Aparte, todos los días, las campanas de la iglesia a las 12h suenan gozosas tocando el Angelus. Yo no sabía rezarlo pero ya voy cogiéndole el tranquillo.
Bueno, para el día del padre, un hojaldre relleno de pollo, bacón, jamón york y queso.
De postre una copa de mousse de aguacate y de fresa.
Esto del coronavirus, y a partir de ahora voy a seguir comentando este momento histórico, me está sentando a ratos.
Los primeros días, estuve muy llorona, porque todo se fue a la porra: no puedo dar catequesis, nada de misa. Bueno, el sábado pasado fue la última. Sonaba triste tan separados y con tanta confianza en Dios, al que en estos momentos, le pedimos fuerza.
Cosa que yo, llorona a más no poder, no he conseguido superar más que a ratos.
Cierto que tenemos un momento del día, a las 20h en que la gente sale al balcón a aplaudir.,
Y está muy bien. Se ha recuperado el hablar con los vecinos a grito pelado, en lugar de por whassap o directamente.
En estos pueblos no hay casos, pero seguimos las instrucciones casi a rajatabla. Digo casi, porque yo estaba paseando por los huertos a mi perro, en compañía de mi marido, y un coche camuflado de la guardia civil, nos dio un toque.
Como veis, un día muy raro encerrados en casa, y tratando que la anormalidad se transforme en normalidad.
Es curioso, porque tampoco es que yo salga mucho, pero el hecho de no poder salir por narices, es lo que me agobia. Cosas de mi mente.
Desde aquí, en Faura (Valencia) un abrazo muy fuerte a todos.
Y, claro, os digo: lo coneguiremos
Aparte, todos los días, las campanas de la iglesia a las 12h suenan gozosas tocando el Angelus. Yo no sabía rezarlo pero ya voy cogiéndole el tranquillo.
Bueno, para el día del padre, un hojaldre relleno de pollo, bacón, jamón york y queso.
De postre una copa de mousse de aguacate y de fresa.
Esto del coronavirus, y a partir de ahora voy a seguir comentando este momento histórico, me está sentando a ratos.
Los primeros días, estuve muy llorona, porque todo se fue a la porra: no puedo dar catequesis, nada de misa. Bueno, el sábado pasado fue la última. Sonaba triste tan separados y con tanta confianza en Dios, al que en estos momentos, le pedimos fuerza.
Cosa que yo, llorona a más no poder, no he conseguido superar más que a ratos.
Cierto que tenemos un momento del día, a las 20h en que la gente sale al balcón a aplaudir.,
Y está muy bien. Se ha recuperado el hablar con los vecinos a grito pelado, en lugar de por whassap o directamente.
En estos pueblos no hay casos, pero seguimos las instrucciones casi a rajatabla. Digo casi, porque yo estaba paseando por los huertos a mi perro, en compañía de mi marido, y un coche camuflado de la guardia civil, nos dio un toque.
Como veis, un día muy raro encerrados en casa, y tratando que la anormalidad se transforme en normalidad.
Es curioso, porque tampoco es que yo salga mucho, pero el hecho de no poder salir por narices, es lo que me agobia. Cosas de mi mente.
Desde aquí, en Faura (Valencia) un abrazo muy fuerte a todos.
Y, claro, os digo: lo coneguiremos
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