Esta entrada es positiva. Para no aburriros más y no aburrirme a mi.
Ayer empezó para mi la cuesta abajo de mi lesión. Mi marido no es adivino, pero me lo dijo: 3 días y empieza a bajar. Realmente no sé si bajaría igual sin medicinas ni friegas varias, pero tampoco quiero saberlo ni voy a intentar averiguarlo.
Ahora es el miedo de que yo, como soy muy bruta, intente hacer cosas que aún no puedo. Ayer, sin ir más lejos, fui a ducharme con mi marido (mi marido de
colaborador necesario para tal fin). Y como estaba animada, levanté el brazo para lavarme el pelo y mi hombro dijo: ¡Nena, no te pases que aún no estás bien!
Es curioso porque justo hoy el Gobierno habla de la desescalada. Pues yo también estoy de desescalada. Y, al igual que no vamos a salir todos en estampida (ya lo han hecho algunos descerebrados) a la mínima que salga, asimismo yo no haré las cosas como si no tuviera ayuda y como si no se pudieran hacer otro día.
La verdad es que ponerse enfermo en confinamiento es un asco. Como al teléfono te toque el médico tocagaitas, la has pifiado. A mi, a Dios gracias, me tocó una médica que fue muy amable. Hoy se lo decía a mi amiga Cristina, que también es médica (cirujana)
.Cristina, aparte de ser cirujana, también es católica y está en todos los grupos habidos y por haber. Y claro, cuando el párroco ha puesto su reflexión diaria, yo no he evitado comentarle mi situación. Que menos mal que estoy confinada, porque no puedo tocar la guitarra ni el órgano. Cristina, lo primero, me ha dicho que paciencia y a cuidarse. Y el cura me ha preguntado que qué me había pasado.
Le he contado el batacazo con el perro y que desde entonces tenía el brazo dolorido. Y que me estaba tomando Voltarén, Radio Salil, Antalgin, Arnica y omeoprazol.
Cristina me contesta: y hielo.
Y yo: justo lo que me ha dicho la médica
Con el día tan bonito que hace, y yo poniéndome hielo. Pero yo me pongo lo que se tercie si me quita el dolor.
.
El dolor es interno. Recuerdo que cuando me di el batacazo, lo que más me dolía aparte de la rodilla, eran las manos. Las tuve amoratadas durante tiempo. Más tarde, me miro al espejo y me veo dos moratones en dos codos. Sabéis que volé porque mi perro se me atravesó. Caí mayormente con la rodilla izquierda y el brazo derecho. Y este brazo me ha ido doliendo desde entonces.
Ayer vi Master chef a la carta en el ordenador. Tengo un cojín y me he apoyado en él. Entretenida como estaba y riéndome también, no me he dado cuenta de que no me dolía. Estaba encantada.
Lo malo siguen siendo las noches. Me despierto con dolor y tengo que ir a por un antalgín o por hielo. Luego, por las mañanas, estoy cansada, lógicamente.
El dolor va del hombro al codo y vuelta. Y me cuesta coger el ratón (es de esos de protección del túnel carpiano) y teclear. Deduzco que estas dificultades vienen de parte del codo. Y claro, al final, acaba todo el brazo fastidiado.
Mi marido está contento de que esto remita. No tanto cuando me oye quejarme a las tantas de la noche. Al pobre le voy a tener que mimar mucho, porque se ha desvivido conmigo. Cuando nos casamos, los votos eran de cuidarnos, y lo hace de lujo. Como no soy experta en regalos, le regalaré un arroz criollo que voy a hacer hoy y que ya pondré en el blog ñam ñam. Antes tengo que poner mi plato estrella: pollo al hombro pocho. Es un pollo en el que yo mando y marido cocina. En el arroz de hoy, también me ayudará porque aún no puedo con el peso de los cuchillos.
Estamos deseando que llegue el sábado para poder salir los dos a pasear al perro. Yo, hasta que no tenga el brazo perfectamente no podré cogerlo. Pero de acompañante soy la pera pirulera.
A todo esto, veréis que las entradas tienen la etiqueta coronavirus. No la voy a variar hasta el fin de todo, o sea, hasta que quite la cometa y los arco iris de mi ventana.
Ayer empezó para mi la cuesta abajo de mi lesión. Mi marido no es adivino, pero me lo dijo: 3 días y empieza a bajar. Realmente no sé si bajaría igual sin medicinas ni friegas varias, pero tampoco quiero saberlo ni voy a intentar averiguarlo.
Ahora es el miedo de que yo, como soy muy bruta, intente hacer cosas que aún no puedo. Ayer, sin ir más lejos, fui a ducharme con mi marido (mi marido de
colaborador necesario para tal fin). Y como estaba animada, levanté el brazo para lavarme el pelo y mi hombro dijo: ¡Nena, no te pases que aún no estás bien!
Es curioso porque justo hoy el Gobierno habla de la desescalada. Pues yo también estoy de desescalada. Y, al igual que no vamos a salir todos en estampida (ya lo han hecho algunos descerebrados) a la mínima que salga, asimismo yo no haré las cosas como si no tuviera ayuda y como si no se pudieran hacer otro día.
La verdad es que ponerse enfermo en confinamiento es un asco. Como al teléfono te toque el médico tocagaitas, la has pifiado. A mi, a Dios gracias, me tocó una médica que fue muy amable. Hoy se lo decía a mi amiga Cristina, que también es médica (cirujana)
.Cristina, aparte de ser cirujana, también es católica y está en todos los grupos habidos y por haber. Y claro, cuando el párroco ha puesto su reflexión diaria, yo no he evitado comentarle mi situación. Que menos mal que estoy confinada, porque no puedo tocar la guitarra ni el órgano. Cristina, lo primero, me ha dicho que paciencia y a cuidarse. Y el cura me ha preguntado que qué me había pasado.
Le he contado el batacazo con el perro y que desde entonces tenía el brazo dolorido. Y que me estaba tomando Voltarén, Radio Salil, Antalgin, Arnica y omeoprazol.
Cristina me contesta: y hielo.
Y yo: justo lo que me ha dicho la médica
Con el día tan bonito que hace, y yo poniéndome hielo. Pero yo me pongo lo que se tercie si me quita el dolor.
Otra cosa que tengo clara es que el ejercicio que he estado haciendo estos días de confinamiento, han sido la causa de la lesión. Yo, como me dolía el brazo, he he hecho infinidad de ejercicios de brazo, de hombro. Y supongo que eso ha sido
lo que ha acabado de fastidiarlo. No soy médica, pero algo me huele.
El dolor es interno. Recuerdo que cuando me di el batacazo, lo que más me dolía aparte de la rodilla, eran las manos. Las tuve amoratadas durante tiempo. Más tarde, me miro al espejo y me veo dos moratones en dos codos. Sabéis que volé porque mi perro se me atravesó. Caí mayormente con la rodilla izquierda y el brazo derecho. Y este brazo me ha ido doliendo desde entonces.
Ayer vi Master chef a la carta en el ordenador. Tengo un cojín y me he apoyado en él. Entretenida como estaba y riéndome también, no me he dado cuenta de que no me dolía. Estaba encantada.
Lo malo siguen siendo las noches. Me despierto con dolor y tengo que ir a por un antalgín o por hielo. Luego, por las mañanas, estoy cansada, lógicamente.
El dolor va del hombro al codo y vuelta. Y me cuesta coger el ratón (es de esos de protección del túnel carpiano) y teclear. Deduzco que estas dificultades vienen de parte del codo. Y claro, al final, acaba todo el brazo fastidiado.
Mi marido está contento de que esto remita. No tanto cuando me oye quejarme a las tantas de la noche. Al pobre le voy a tener que mimar mucho, porque se ha desvivido conmigo. Cuando nos casamos, los votos eran de cuidarnos, y lo hace de lujo. Como no soy experta en regalos, le regalaré un arroz criollo que voy a hacer hoy y que ya pondré en el blog ñam ñam. Antes tengo que poner mi plato estrella: pollo al hombro pocho. Es un pollo en el que yo mando y marido cocina. En el arroz de hoy, también me ayudará porque aún no puedo con el peso de los cuchillos.
Estamos deseando que llegue el sábado para poder salir los dos a pasear al perro. Yo, hasta que no tenga el brazo perfectamente no podré cogerlo. Pero de acompañante soy la pera pirulera.
A todo esto, veréis que las entradas tienen la etiqueta coronavirus. No la voy a variar hasta el fin de todo, o sea, hasta que quite la cometa y los arco iris de mi ventana.
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