Hoy había quedado con mi amiga Amparo para dar una vuelta por el Palancia.
Era la primera vez que quedábamos para caminar
Y también con el ir y venir de cambios sobre las mascarillas, el último día donde podíamos ir por la calle sin ellas.
Que yo creo, que mientras respetemos los 2 metros entre la gente y nosotros, da lo mismo.
Y también imagino que en las terrazas, no será preciso, porque no sé cómo van a beber y comer con mascarilla.
A mi me agobian mucho y me dan mucho calor
El caso es que hoy era un día precioso, y vimos que el Palancia tiene agua. Con esta primavera tan lluviosa, imagino que habrán soltado la presa y por eso queda agua.
Nos encanta caminar, ir entre árboles.
El piso era a veces gravilla, a veces asfalto, y muy pocas veces senda.
Llegamos al mar. Estaba precioso.
En la playa, aprovechamos para almorzar: un nestea, unas cocacolas y unos bocatas.
El día era ideal: una ligera bruma marítima, hacía que no fuera fuerte el sol. Ya sabéis que mi marido tiene la piel muy blanca y no le conviene que le pegue el sol.
Yo no tengo problemas, pero, por si no lo sabéis, me empecé a pelar el brazo pocho, justo por la zona donde me puse el radio salil. Con efecto retardado, pero he cambiado la piel como una serpiente (con el yuyu que me dan)
Ya sabéis que me encantan los caminos que serpentean por su trayecto, que esperas qué habrá tras la siguiente curva.
Como íbamos paralelos al río, tampoco es que hubiera mucho recoveco, pero la foto es igual de bonita.
El camino es una de las terrazas de inundación del Palancia.
Ya llegando, con el hospital cerca (no para nosotros, jajajaj, sino porque ahí habíamos aparcado el coche)
Llegamos contentos al coche, y luego, al family cash a comprar y a casa.
¡Qué bien me lo he pasado!
El próximo miércoles, otra caminata
No hay comentarios:
Publicar un comentario