Esa frase no es mía, claro está. Pero es lo que intento hacer siempre.
Mi vida ha sido tratar de ayudar a los demás. Y he tenido de todo: gente ingrata, gente que piensa que no ayudo sino que desayudo, gente que pasa, gente agradecida. No hago las cosas para que luego mi ego se engrandezca, claro está.
Opino como San Pablo, cada uno tenemos unos carismas, que se nos han dado gratis. Lo que se nos da gratis, tenemos que darlo gratis. Es de buen cristiano ser agradecido.
Parte de mi manera de ser es porque soy católica y otra parte, porque la justicia es una parte de mi personalidad.
Se nos dice que debemos tratar a los demás como si fueran nuestros hermanos. Pues yo no trato a todo el mundo como a mis hermanos. Cuando mi hermana pegaba gritos, se le contestaba o se hacían oídos sordos (orejas en comunicación). Si eso lo hace alguien ajeno a mi familia, pues me callo.
Hay personas con genio muy vivo, yo lo entiendo. Y claro que lo he vivido en mi familia. Mi padre, el primero y alguno más, detrás. Yo soy de las que lloran, no luchan. En la vida es lo que pasa: está el atacar o el defenderse. Yo me defiendo llorando.
Me encanta hacer el payaso. Y reírme de mi sombra. Soy, puede ser, infantil. El juego, las risas son una manera también de descargar agresividad. Que yo también tengo una mala leche potente. Pero, normalmente, estallo en mi casa. En la calle me da vergüenza. Y por muchas ganas que tenga de montar un pollo que es gallina, me da un corte inmenso hacerlo. Y lo paso fatal cuando la gente se pone a pegar gritos. Incluso si a mi no me afectan los gritos. Odio, en principio el jaleo y la algarabía, la confusión, el desorden. Y los gallineros, donde todos gritan e intentan ser todos el gallo del corral.
Es curioso, cuando es por teléfono o ahora móvil, tampoco me gusta gritar. Y eso que ya hemos tenido unas buenas peloteras. Recuerdo cierta compañía de Internet, wanadoo se llamaba. Para darte de alta, nada de nada; para darte de baja, la que nos montó fue fina. Y dale a la llamadita de móvil, y dale que dale. Al final, no grité: le dije en tono gélido unas cuantas cositas para que le informara a su jefe. Le cogí tanta tirria, que, aunque hace años que se fusionó con Orange, no quiero ni volver a oír hablar de ella.
Lo cierto es que yo, cuando me sacan de quicio, muerdo. Morder no es gritar, Morder significa gruñir. Yo muerdo de verdad. Mantengo calma y suelto mis verdades del barquero, que justo aciertan en el centro de la diana del incauto que ha osado sacarme de mis casillas. Voy a saco, vamos. Hablando lentamente (y eso que yo soy de las que saca la metralleta al hablar) y nítido. Y lo peor, es que digo la verdad, o sea, no soy de las que insulta sin ton ni son. Yo no insulto: hablo.Y la gente que ha sabido de mi, preferiría que le hubiera gritado o infamado.
Con los antecedentes familiares, tendría que estar ya curada de espantos, pero no es así. Y yo soy de las que cuando veo en la tele discutir a grito pelado, me voy . No lo aguanto. Por eso veo documentales en la tele. Los animales son bastante más civilizados que las personas. Los programas de debate, es repelente ver cómo jamás se conforman con callarse mientras el otro habla. Creo realmente, que no escuchan, que sólo están pensando en contestar. Y esto en los políticos ya es costumbre.
Yo soy más de reír que de llorar, y cuando vi en joom unas mascarillas desternillantes, allí me las compré. Es lo de hacer de la necesidad virtud. Y me siento disfrazada. Cierto es que seguro que hoy me dará un poco de vergüenza que me miren, pero por otra parte, hacer el payaso me gusta. Me pasa como cuando en la coral me piden que haga uno de los solos. Por una parte quiero, pero por la otra, se me pone un nudo en el estómago horroroso y las paso canutas.
En este caso, como tengo que usar mascarilla, me acostumbraré. No hago daño a nadie y si hago reír a la gente, es mucho mejor. Jesucristo no lo dijo, pero también es una buena frase:Id por el mundo haciendo reir
Y así voy por la vida, riendo y tratando de hacer felices a la gente.
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