Ya llegó el miércoles y nos tocaba ir de paseo
Ade no pudo venir, una lástima.Aparcamos en el hospital, que estaba súper lleno y acabamos aparcando muy lejos.
Por cierto, que de buena mañana tuvimos un gran susto, porque apareció el coche con un faro desencajado. Pero también con una nota en el parabrisas.
El caso es que, con un tiempo fresquito, avanzamos por el camino hasta llegar a la playa.
Aquí tenéis, de lejos el famoso esqueleto de edificio que salía en un spot del Mundial de Sudáfrica. Ahora han vuelto a las obras.
Un tramo más adelante, se veía mucho mejor el edificio, con sus grúas.
Este trecho del camino es muy agradable, porque vas enmarcado de árboles.
Un camino que serpentea en llano. Recuerdo que estamos al lado del cauce del río Palancia.
Una vez acabado el paseo, nos fuimos a cambiar las luces de Navidad. Después de dos intentos, hemos decidido comprar luces eléctricas, de las que seguro que van.
Nos tomamos nuestro cafecito, y rápido a casa, a preparar la comida.
Ha sido llegar a casa y, acto seguido, comprobar las luces, pelar calabaza y ponerla para hacer un puré.
Mientras se hacía, he colocado el espumillón rojo en el balcón, y las luces.
Luego, me he peleado con las cajas de Navidad, hasta encontrar el pendón del Niño Jesús, que es el que pongo en mitad del balcón.
De paso, he encontrado mi belenito (que me regalaron hace años y es precioso), el único Papa Noel que pisa mi casa (es de antes de la invasión del señor de rojo) y la decoración del pomo de la puerta de mi casa.
Este domingo, zafarrancho navideño y pondremos el belén y el árbol.
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