Como bien sabéis todos, soy católica. Pecadora como todos y una simple colaboradora de la obra de Dios.
Este fin de semana era el Congreso Diocesano de Laicos y fuimos gente de los Valles, dos por pueblo. De Faura, mi amiga, hermana y compañera de catequesis, Yolanda. También estaban Juan, Rosario y José, de Benifairó. Y el sábado vino Ramón amigo de toda la vida de Juan.
El sitio era espectacular. Nunca había estado ahí pero muchas veces habíamos pasado con el coche. Juan me dijo que sacara muchas fotos y eso hice.
Lo primero fue las acreditaciones. Nos dieron una mochila y hubo que investigar: carpeta, boli, bloc, 2 mascarillas FP de esas, 2 guías para seguir el congreso.
Este primer día tocó acarrear la mochila y el bolso. Cada persona fuimos a una ponencia y a un taller distinto, y podíamos o no coincidir con nuestra gente.
En el último taller de la mañana me encontré con Ramón y así fuimos juntos a comer.
Nos hicimos fotos en el fotocall, que somos muy modernos los católicos y había de todo.
Mucha gente, y no había sillas. Encontramos a los nuestros en la cafetería y un chico muy amable me cedió su silla.
Por cierto, yo estrenaba mi jersey negro.
Para cerrar este día, nos reunimos todos y cantó la Coral del Bosco. Muy originales con fulares de todos los colores. Muy animado y nos animaban a cantar.
Al final la canción: Viva la gente, que acompañamos con palmas y cantamos todos.
Salimos con subidón subidón
https://youtu.be/rMJlqnZSpdw
Domingo. Y esta vez en lugar de Ramón viene José. Tocaba eucaristía, o sea, misa.
Preciosa misa con los obispos, sacerdotes y yo sin nada que hacer. Una gozada.
Tocaba almorzar y luego, hacerse más fotos con el fotocol o como se escriba. Con un obispo al que yo no conozco. Pero mi amiga Yolanda se conoce a todo el clero. Yo me conformaba con Camilo, el vicario de mi zona. Un hombre la mar de agradable, con el que charlamos un rato. Tocaba irse a los talleres y nos dispersamos.
Llegó la hora de comer, y había arroz al horno. Como llegué tarde porque el último taller se prolongó más allá de las 14h, pues tuve que luchar un poco para conseguir mi ración. Llevaba la bolsa además, una ensalada y un cancarro con fruta y bizcocho de chocolate.
Me encontré a mis compis en una de las mesas altas. Tocaba comer de pie. Mi amiga Yolanda y José, optaron por sentarse en las escaleras. Mucha gente también lo hizo.
Y los más jóvenes optaron por sentarse en el suelo.
Los valientes (hacía un frío potente) salieron fuera a buscarse la vida.
Ya tocaba la clausura, aplausos varios, detalles a la gente. Y se acabó lo que se daba.
Dos días inolvidables, de los que vengo con las pillas recargadas, llenas de energía positiva. ¡Qué bien me ha venido!
Es estar con mucha gente, de toda edad, de toda clase, de todo sexo, todos con una misma fe. Ya no te sientes el bicho raro que va a misa
Una gozada. Que se repita que esto engancha
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