Ya llegó la fira de Faura. Teníamos ganas todos, después de dos años sin poderse celebrar.
Esta vez han cambiado y las inscripciones de hacían por whatssap, donde te enviaban los requisitos y las normas.
Yo le envié mi nombre, a lo que me dedico, y por supuesto, mi pasaporte covid.
Muy de noche, me enviaron dónde me había tocado. Las calles estaban equivocadas porque una era relativamente cerca de la Calle Mayor, pero la otra pillaba en el quinto pino. Lo importante era que al final del mensaje se me decía: enfrente del estanco. Eso sí que era buena información
A las siete de la mañana estábamos montando.
Quedó muy chulo
La Fira de Faura siempre es igual: mucha gente y pocas ventas para mi. Otros tuvieron mejor suerte.
El viento quiso ser protagonista, y a las 14 horas hubo una fuerte ráfaga y se me fue el puesto a volar un rato. Peor lo tuvieron otros, cuyas pérgolas salieron volando.
Tuvimos que montarlo de nuevo, y atarlo con bridas.
Juanjo, el marido de Antonia, nos puso la luz. Pero al cabo de dos horas, ya no dio más de si la batería. Recogimos y a casa.
A las 20h precioso castillo de fuegos.
Fin del domingo
Empieza el lunes y yo tenía que cantar la puxà y también me tocaba leer.
Fui con tranquilidad, y de paso, fui al cementerio a saludar a los suegros. El cementerio parecía que hubiera pasado un huracán: flores esparramadas, maceteros caídos, porquería por todos lados...
Estaban montando la petardada que siempre montan cuando llega Santa Bárbara.
Me encontré con mis compañeros y nos resguardamos del fuerte viento.
Llega Santa Bárbara, preciosa, como nunca había estado tan guapa. Y aprovecho para hacer fotos. Mi amiga Carmen me hace dos.
Misa bonita, yo no me trabé a la hora de leer y se acaba la misa.
Rosa nos trae el almorzar: pan, salchicha, chorizo y morcilla. Llego a casa y me preparo el bocata. La morcilla la dejo para mis chicos.
Dos días bonitos y ahora toca descansar. Mañana me voy a ver la exposición de Sorolla que hacen en mi pueblo y que tengo muchas ganas de ver.
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