Pues los míos son verdes. Pero según les pegue la luz, pueden parecer más
oscuros o más claros. Mi marido me dice: ojitos verdes. Y el otro día, mientras nos dábamos un capricho en una pastelería, me lo dijo. Y para confirmarlo, me sacó esta foto tan graciosa.
Recuerdo hace muchos años, una profesora de Educación Física, que me soltó:¡Qué ojos más bonitos tienes! Pasaba lo mismo que en la foto. Venía la luz de perfil, y me iluminaba la mirada.
No voy a decir que no me haya fijado en el color de mis ojos nunca. Puedo decir que son un poco caledioscopio. El iris está rodeado de marrón y la parte de fuera de verde grisáceo. Y el centro, un poco de todo: azul, verde.
No sé si realmente son bonitos o feos: son ojos. Ojos con gafas desde los 16 años. Y así seguirá porque odio las lentillas.
Me encantan las gafas. Y ahora las hay súper chulas de colores. En Multiópticas (mi óptica de confianza) me dan todas las facilidades. Y las que llevo ahora, se parecen un poco a mis ojos: marrones, azules y verdes.
Mi madre tenía los ojos grises y mi padre verdes. Mi abuela materna azul celeste. Y el resto, castaños en todos sus tonos.
Entre mis hermanos hay un poco de todo: mi hermana mayor y mi hermana segunda, tienen ojos castaños. Mi hermano mayor, verdes. Mi hermano segundo, grises. Y mi hermana pequeña, parecidos a los míos, pero más castaños.
También es cierto que el amor hace que la gente te parezca más guapa. Por eso mi marido dice que tengo ojitos verdes, y que son preciosos.
Los de mi marido son castaños. Ni bonitos ni feos: normales. Pero como yo le quiero, me encantan cuando brillan de contento que está.
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